El reflejo del trabajo infantil en la capital
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El trabajo Infantil es a la fecha una piedra en el zapato para los Gobiernos del mundo y su disminución uno de los objetivos del Milenio fijado por la Unicef y las organizaciones internacionales, sin embargo, en países como Colombia el índice aumenta de manera significativa y la evidencia de más menores al servicio de la redes de explotación laboral se hacen evidentes. Esta es la historia.
Ella es Carolina Campo* víctima del trabajo infantil y madre adolescente, nos comparte con nosotros su historia:
¿Por qué empezaste a trabajar siendo menor de edad?
Ese año que decidí trabajar fue un año muy duro porque hicieron un recorte de personal en el trabajo de mi mamá y prácticamente estaban sacando a los más antiguos y entre ellos pues sacaron a mi mamá. Recuerdo que ese año estaba en noveno de bachillerato y faltaba un mes para irnos de convivencia por 2 días, estaba super emocionada porque era mi primer paseo al que mi mamá me iba a dejar ir.
Yo estaba convencida que mi mamá me iba a dar el dinero pero corrí con mala suerte que me dijo que no tenía la plata, fue algo frustrante para mí porque a medida que pasaban los días, la situación se iba complicando en mi casa, las deudas y los préstamos se empoderaban de nuestras vidas.
Así que empecé a rebuscar y logre entrar a una peluquería, haciendo enjuagues capilares. Yo salía del colegio a las dos de la tarde y me iba directo a la peluquería hasta que cerraran, hacia mis tareas cuando había tiempos libres.
Cuando recibí mi primera quincena fue lo mejor del mundo, me había ganado 180 mil pesos, pensarán que ese dinero lo destine para aquella convivencia pero claramente no fui, preferí guardar eso para mi pensión.
Y así fue que empecé a trabajar, poco a poco vi que podía tener mis cosas, gracias a mi esfuerzo y aguante dure un año largo en esa peluquería, que con el tiempo ya no tenía solo que hace enjuagues sino me ponían a barrer, trapear, lavar los recipientes donde hacían manicure y lo peor de todo era que me seguían pagando lo mismo.
Lo bueno es que conocí clientes que tenían muy buenos contactos y uno de ellos me dijo que me fuera de esa peluquera porque me estaban explotando laboralmente, finalmente le hice caso y me fui de bodeguera en un supermercado de barrio en Fontibón donde logre ascender como cajera por medio tiempo.
Bueno solo mi mamá, porque yo no sé quién es mi papá, soy adoptada y desde mi primer mes de gestación, mi mamá adoptiva ya había tomado la decisión de adoptarme por eso mi mamá biológica continuó el embarazo, de lo contrario creo que no existiría.
Ella lo es todo para mí, junto con mi hijo y aunque le dio muy duro que yo estuviera en esa situación me apoyo porque igual necesitamos la plata y me decía que solo era momentáneo mientras ella le salía la pensión.
Ya tenía 15 años y después de los dos meses de ascender como cajera me enteré que estaba embarazada, empecé con los síntomas, fue horrible porque mis jornadas eran largas, tenía que trabajar los fines de semana y solo me daban un día de descanso, mi jefe no tenía compasión y si veía que me pasaba la hora de almuerzo, me hacía reponer ese tiempo, quedándome arreglando el supermercado para el siguiente día. (Lea también: Educación sexual integral en Colombia: sin cátedra pero con derechos)
Me acuerdo tanto que le dije que si me podía tomar un día porque me sentía agotaba y que no quería que le pasara nada a mi bebé y me dijo la siguiente frase “Yo de usted me acostumbraría porque si esto es agotador no me imagino como va a quedar cada vez que lacte a su hijo… eso sí que es agotador”.
Yo terminaba muy cansada porque la jornada del colegio también era agotadora y mi jefe no ayudaba de a mucho, no podía desertar necesitaba la plata, fue un embarazo muy angustiante y me daban episodios de depresión, aunque el papá del niño me ayudaba no era bastante y no podía dejar de trabajar.
Bueno, lo que les he contado fue parte de los trabajos que tuve, porque después de que nació mi hijo me ha tocado luchar y trabajar para mantenerlo a él y a mi mamá, prácticamente quien ha criado a mi hijo ha sido mi mamá. Yo no he tenido casi tiempo porque me ha tocado trabajar.
Gracias a mi experiencia, hoy soy la administradora de un café en el centro de Bogotá, trabajo de 11:00 a.m. a 4:00 p.m. y los fines de semana estudio en el SENA.
Mi hijo tiene dos años y no quiero que él pase por lo que yo tuve que pasar, quiero que el tenga una infancia y adolescencia tranquila y que cumpla todos sus sueños.
Antes de darles un mensaje a los niños, quiero hacer un llamado al Gobierno para que nuestros padres puedan acceder a mejores oportunidades laborales, tal vez si a mi mamá le hubieran dado esa oportunidad yo no hubiera empezado a trabajar a los 14 años. Pienso que La pobreza, la escasez de trabajos para los adultos, la falta de protección social, son una de las principales causales de estos trabajos infantiles.
La historia de Carolina, es solo uno de los cientos de casos de menores de edad que trabajan en Colombia para sobrevivir y satisfacer sus necesidades.
Profamilia hace un llamado para que los jóvenes y adolescentes del país se fijen metas y materialicen sus sueños, estos elementos les brindan una oportunidad para concretar la construcción de un proyecto de vida y buscar el momento oportuno para cada etapa de la vida.
En el país todavía hay 1.039.000 niños desempeñando algún tipo de empleo, la mayoría de ellos informales. Es decir que el 8% de los menores se dedican a trabajar cuando están en edad escolar. Estas cifras fueron reveladas por un estudio que llevó a cabo el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario. La región Caribe es la zona que concentra la mayor tasa de trabajo infantil con un 67% de las investigaciones por esta práctica. El departamento de Córdoba encabeza la lista con el 40%, seguido de Cesar que tiene el 20% y Bolívar en el tercer puesto con el 6,7%.
*Nombre cambiado a petición de la entrevistada.
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